Agencia EFE

Investigadores de la Universidad de Basilea descubrieron que la capacidad humana de sorprenderse disminuye a medida que el cerebro se desarrolla, puesto que "los estímulos inusuales" cada vez se pueden clasificar más rápidamente.

El equipo liderado por de la neurocientífica Tania Barkat, del departamento de Biomedicina de la institución suiza, trabajó con ratones jóvenes para descifrar las reacciones a lo inesperado. Así se demostró que los incentivos se pueden ordenar con menos tiempo entre "importantes" o "poco interesantes" y que son "significativamente menos sorprendentes" la segunda y tercera vez que aparecen.

Esto, según el artículo publicado en la revista Science Advances, explica por qué mientras que para los niños el mundo está lleno de sorpresas, los adultos son más difíciles de sorprender.

De acuerdo a la investigación, reconocer lo inesperado es una capacidad cognitiva, ya que lo no conocido también puede suponer un peligro, y a medida que los humanos crecen su cerebro aumenta esta eficacia en la detección de nuevos estímulos. De esta forma, aunque algunos hechos sí pueden llamar la atención en la adultez, no provocan una reacción inesperada que suponga gastar mucha energía como en la niñez.

Mediante la presentación de un estímulo auditivo repetidamente como estándar e intercalarlo con un estímulo auditivo diferente para ver cuál es la respuesta, llamado "paradigma del bicho raro", se pudo analizar la reacción de distintas partes del cerebro a los cambios de tono auditivos, que disminuían su intensidad en la respuesta en cuanto el punto del cerebro en cuestión maduraba.

El desarrollo de la reacción de sorpresa, según Barkat, empieza en la periferia del cerebro y termina en la corteza cerebral, que madura aproximadamente a los 20 años de edad humana.

Aparte de la maduración cerebral, el estudio también da importancia a la experiencia, puesto que es relevante en el desarrollo de la respuesta de la corteza cerebral a la sorpresa.

En los experimentos, los ratones criados en un entorno sin ruidos procesaban los sonidos inesperados más lentamente porque no estaban acostumbrados a los estímulos externos, una prueba del "papel clave" de la experiencia en este encuentro.

20 años es la edad en que madura el desarrollo de la reacción de sorpresa en el cerebro.

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El Ministerio de Ciencia y Tecnología de China emitió directrices que prohíben el uso de inteligencia artificial (IA) generativa para la creación de declaraciones en documentos de investigaciones científicas, lo que también se extiende a la coautoría de la IA generativa en logros científicos, informó el diario oficialista Global Times.

Las directrices se aplican a investigadores, instituciones de investigación científica, universidades, organizaciones médicas y de salud. Se basa en el rápido desarrollo de estas tecnologías, que tiene el potencial de revolucionar la investigación científica, pero también plantea desafíos a la precisión del contenido y la atribución de la autoría.

La nueva regulación requiere que los investigadores marquen y expliquen el proceso de elaboración de contenidos al usar herramientas generadas por IA, además de asegurar la precisión de los datos y respetar la propiedad intelectual.

"La introducción de las directrices no solo es necesaria, sino también un paso oportuno para promover y garantizar el desarrollo saludable de la inteligencia artificial generativa, lo que puede reducir los riesgos potenciales", declaró al Global Times Liu Dingding, un analista tecnológico, quien sugirió que se apliquen regulaciones más estrictas a la IA generativa en sectores médico y el judicial para garantizar la seguridad del contenido.

China aprobó en julio una normativa provisional para regular los servicios de inteligencia artificial generativa similares a ChatGPT, que estarán sujetos a "los reglamentos vigentes".

Las personas que sufren covid-19 persistente suelen tener entre los síntomas más comunes la fatiga, una sensación que tiene una causa biológica y responde a que las mitocondrias de las células musculares producen menos energía, según establecieron investigadores holandeses que publicaron un estudio en Nature Communications.

La investigación observó "cambios claros en los músculos" de aquellos que padecían covid persistente y las mitocondrias de las células musculares producían menos energía que en los pacientes sanos.

Los participantes tuvieron que pedalear 15 minutos, una prueba que provocaba un empeoramiento a largo plazo de los síntomas del covid persistente, denominado malestar postesfuerzo (MPE).

La fatiga extrema ocurre después de un esfuerzo físico, cognitivo o emocional más allá de un umbral individual desconocido.

Los investigadores observaron además la sangre y el tejido muscular una semana antes de la prueba y un día después de la misma.

"Vimos varias anomalías en el tejido muscular de los pacientes. A nivel celular, vimos que las mitocondrias del músculo, también conocidas como fábricas de energía de la célula, funcionan peor y producen menos energía", explicó Rob Wüst, de la Universidad Vrije de Ámsterdam y uno de los firmantes.