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El eclipse desde un avión a 39 mil pies de altura
Así se vivió el fenómeno natural sobre una nave que sobrevoló una ruta desde el Pacífico hasta la Región de Coquimbo. Pasajeros como la científica María Teresa Ruiz y Gepe relatan sus impresiones a hoxhoy.
Pamela Serey, Coquimbo
"Ajusten sus cinturones, porque en los próximos minutos viviremos la oscuridad total", dice Kathernine Kairath, tripulante del vuelo que a las 16:39 con 15 segundos tendría una vista privilegiada del eclipse solar.
En medio los aplausos estaba la astrónoma y premio nacional de Ciencias María Teresa Ruiz, mirando por la ventana en silencio, con su celular en la mano. "Para el último eclipse, estaba en el jardín de mi casa y tenía unos vidrios quemados que había hecho la noche anterior para verlo, pero cuando se empezó a oscurecer todos los pájaros se volvieron locos y eso desvió mi atención, así que ni miré al Sol", me dice y sonríe. De hecho, ejemplifica este momento como "encontrarse con un amigo". Ahora se pone más seria. "Me molesta cuando la gente lo escribe con minúscula, porque ese es su nombre. Siempre nos quejamos del sol, que calienta mucho, que nos hace mal para la piel, pero sin el sol no habría vida", agrega.
En camino
El avión toma una ruta aérea hacia norte y luego 300 kilómetros hacia la costa. El plan de Klaus Von Storch, el piloto a cargo de esta experiencia, es interceptar el eclipse a 850 kilómetros por hora y a 39 mil pies de altura de altura a un evento que va a 10 mil kilómetros por hora (tres veces más rápido que un misil). Lo único que podía retrasar lo planificado era el viento. "Lo que pasa es que arriba hay chorros, que van cambiando de acuerdo al clima, por lo tanto, no afectan mayormente a lo que es el movimiento del avión. Hoy (ayer) el viento está del sur, lo que significa es que vamos a demorarnos menos en llegar, entonces, tenemos que recalcular para estar en el momento justo", me cuenta el primer astronauta chileno.
El avión es un charter y todos los pasajeros estamos sentados a la izquierda. Pero tal como lo tenía planificado Von Storch, las primeras imágenes del eclipse se ven por la derecha. El caos se apodera del vuelo. La mayoría se cambia de asiento y se oyen gritos de los primeros que logran retratar el eclipse con su celular.
El vuelo está producido por Nat Geo, que tiene cámaras para registrar cada detalle del interior y del exterior. Incluso, otro avión comercial, que vuela 300 metros más abajo que el nuestro, también capta los movimientos de esta aeronave. A bordo también van 10 ganadores de un concurso de Samsung, quienes pudieron captar el Sol con un teléfono S10. Uno de ellos que nunca había viajado en avión.
Un poco más, el cantante Gepe espera que una ventana de la derecha se desocupe. "Es hermoso lo que rodea todo esto, el mar que se ve también. No se me hubiese ocurrido que esto podía pasar. Para el último eclipse estaba en el colegio y lo vi a través de un disquete jajajajá… Estoy intentando sacar una fotografía, a ver si me sale", me dice.
El piloto anuncia que se acerca el momento: "Vamos a tomar rumbo hacia el oeste, para iniciar el viraje por la derecha y así quedar perpendiculares al Sol. Esto va a suceder cuando sean las 16:08. Nos quedan 200 kilómetros para esto".
Volvemos a la izquierda y el estómago apretado avisa que lo importante está por ocurrir. Estamos sobre el mar, a 400 millas náuticas al interior del Océano Pacifico. "Es muy bonito el espectáculo. En unos segundos más podrán disfrutar de este maravilloso evento", revela Klaus Von Storch.
Por la ventana se ve cómo los 200 kilómetros de sombra están proyectados sobre la superficie de la Tierra. El Sol está completamente cubierto y se ve la aureola perfecta. Ya nos podemos sacar los lentes y miramos directamente al Sol. Son sólo dos minutos y treinta segundos de alineación perfecta. Los aplausos anuncian el clímax y el avión regresa a Santiago.
"Me encantó no sólo el eclipse mismo, sino que todo el paisaje. Un espectáculo. Me pareció hermoso, una experiencia que es una sorpresa de la vida. Es un momento único. Me provocó emoción", cierra Ruiz.
Una foto única
María Gracia Subercaseaux viajó en otro avión, que iba mil pies más abajo, y contó cómo logró su mejor foto. "Cuando se tapó por completo el sol, saqué los filtros de la cámara. Lo que quería era contextualizar el sol, que me ayudara en la composición. Las nubes que teníamos eran increíbles. Fue todo perfecto, sublime. Se veía una cantidad de colores, que decidí poner eso en la foto y comencé a disparar muchas veces. Puse la cámara en horizontal y no en vertical para que se vieran las nubes", dice.