Diego Figueroa J.

"El día que se nos borren las líneas, ni Dios lo quiera, vamos a estar en grandes problemas". Claudia tiene 21 años y trabaja como vendedora en una de las decenas de tiendas artesanales del centro de Nazca. En la ciudad peruana, ubicada a 450 kilómetros al sur de Lima, la gente vive del turismo derivado de las famosas líneas, halladas a principio del siglo XX en medio de la Pampa Jumana.

Son cientos de figuras con formas de animales, de plantas, geométricas o simplemente rectas. Son tan emblemáticas para Perú, que son parte del logo de la marca de ese país. En Chile sus espirales suelen aparecer en los letreros de los restaurantes peruanos.

Las líneas fueron realizadas misteriosamente por la cultura preincaica de los Nazca, que habitó el lugar entre el año 700 a. de C. y el 200 d.de.C. Misteriosamente pues los trazados sólo pueden distinguirse en plenitud mirándolos desde el cielo. Sobrevolando. Posibilidad que no disponían los creadores en esa época.

Según el gobierno peruano 600 mil turistas llegan cada año al departamento de Ica, lugar donde las líneas de Nazca son la atracción principal. Más de 1.500 curiosos al día. Y según Claudia son precisamente esas visitas las que sustentan económicamente a la mayoría de los 27.000 habitantes del lugar: "La gente acá trabaja en hoteles, manejando taxis o vendiendo souvenirs como yo. Nuestros agricultores y ganaderos también ganan gracias a la gran cantidad de restaurantes del lugar", cuenta. "Si la gente de otros lugares deja de visitarnos no sé cómo ni donde estaríamos", agrega.

Pirámides enterradas

Raúl Peñafiel es nazqueño, estudió arqueología y turismo. El año pasado abrió su propia agencia de viajes en la que es secretario, chofer y guía. Él tiene una opinión parecida a la de Claudia, pero asegura que la región tiene atractivos igual de importantes que se pueden explotar.

"Acá tenemos un Machu Picchu enterrado, que cuando se termine de excavar será un foco de turismo impresionante", opina. Raúl habla de la ciudadela de Cahuachi, un recinto de 24 kilómetros cuadrados y donde se estima que hay 36 grupos piramidales bajo tierra. Los trabajos de recuperación se iniciaron hace 30 años y ya se puede visitar un conjunto de tres edificaciones.

Según lo que se ha establecido, Cahuachi fue el centro político y de poder de la cultura nazca y era muy visitado por personas de todo el territorio. Poca gente residía ahí y su nombre significa Lugar donde viven los videntes. "Era como la meca de las culturas preincaicas. Acá venían de todos lados a peregrinar. De hecho, los que quieran entender para qué se crearon las líneas de Nazca tienen que buscar la explicación acá", dice Raúl.

Su frase es provocadora. La aparición de las figuras y su significado aún no genera consenso entre quienes las han estudiado. Algunos las vinculan con extraterrestres y otros creen que conforman un calendario. Otra teoría, una de las que más se valida, es que se trataría de ofrendas a las dioses para hacer llover y potenciar así la agricultura.

Raúl lo ve distinto. "Acá no se trata de teorías ni de interpretaciones, se trata de la historia. Y la historia está viva en los montes, en la gente de ascendencia prehispánica y que no fue asesinada. Ellas cuentan que las líneas eran punto de reunión entre los peregrinos que venían a Cahuachi. La gente nazca no era tonta y conocía muy bien su tierra. Sabía que no había llovido nunca y que no iba a llover", comenta.

Según su explicación cada figura era el lugar de reunión de un pueblo peregrino distinto. Allí se juntaban a hacer rituales y ceremonias antes de llegar a destino sagrado, Cahuachi.

"Por eso todas las figuras son diferentes incluso de animales que acá no existen. Están diseñadas a nivel de suelo, excepto El Astronauta, que no es astronauta si no un hombre nazca con cabeza de búho, sabio. Esa imagen está parada, pegada a un cerro, y todas las otras están al rededor suyo, recostadas a sus pies", explica.

Según asegura, otra prueba de la validez de su relato es que las figuras geométricas de las líneas de Nazca apuntan directamente a Cahuachi.

Los rituales

La excavación en Cahuachi está a cargo del arqueólogo Giuseppe Orefici. Gran parte de las muestras obtenidas están en el museo Antonini de Nazca. Allí hay varias piezas que permiten conocer cómo era parte de la vida en la ciudadela.

"El clima seco ha permitido que muchas cosas de uso diario se mantengan sin mayor deterioro. Se han hallado ropas, mantas, cerámicas... sus fosas de agua, sus almacenadores de comida. Cosas que nos permiten saber, por ejemplo, que eran más bien delgados, bajitos, quizás de un metro y medio", dice José Ribera, funcionario de ese establecimiento.

En la pirámide principal de Cahuachi se han encontrado rastros de sacrificios humanos. La mayoría son cráneos de mujeres que han aparecido sin ojos, con la boca cocida con agujas de cactus, un hoyo en el cráneo y colgadas en las paredes. Se piensa que eran parte de rituales a la fertilidad.

"Sólo hay desenterradas tres de más de 100 pirámides y ya hemos descubierto parte impresionante de esta ciudad histórica. Imagine de todo lo que nos podríamos enterar si los trabajos arqueológicos terminaran. Tendríamos muchos más turistas. Nazca ya no dependería únicamente de las líneas", dice Julio.

Sobre los 150 mil pesos chilenos cuesta un día completo en las líneas de Nazca. El tour con ese costo incluye un vuelo de 35 minutos en aviones con una capacidad para 3 y 5 pasajeros. El paquete incluye traslados desde Lima y los impuestos aéreos, pero deja fuera almuerzos y el traslado desde el terminal al hotel. Existen opciones más baratas con un viaje más corto.

más información en www.tourlineasdenazca.com