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Tiranía del cuerpo
por constanza michelson / @psicocity
La adolescencia me tocó en los 90, en pleno auge de esa práctica llamada deporte aventura o extremo. Nunca entendí por qué esa práctica caía en el rubro del deporte; para mí era un eufemismo para un desafío al ego: ser valiente. Pero, además, era la bandera de un nuevo baile que empezaba a aparecer: el goce extremo del cuerpo. La moral del sentir. ¿Y qué sentía yo? Solo miedo y no entendía por qué sería bueno sentir eso; pero igual abrigaba esa culpa de quien se siente demasiado ordinario y temeroso con las nuevas tendencias.
Afortunadamente para mí, el imperio del héroe de parkas de alta montaña ha declinado para convertirse en una alternativa más. Quizás, desafortunadamente, era cierto que anunciaba una moral que venía para quedarse: la de la tiranía del cuerpo, el cuerpo como territorio del que cada vez más esperamos la verdad. Lo que sentimos comienza a ser la brújula. No más la ética. "Que los niños tengan experiencias" se escucha decir con frecuencia a padres entusiasmados con que sus hijos sean mejores que ellos. Por el contrario, poco suena la idea de que los hijos sean buenas personas. Quizás porque eso de transar el goce personal por la búsqueda de amor y estima de los otros -base del bien común- ha empezado a ser nombrado como cobardía, debilidad o enfermedad.
Si hay que ser fiel a algo es hacia el propio sentir. Y si no se siente hay que provocarlo. De ahí suponer que la energía puede obtenerse envasada en una bebida energética o en la adrenalina de paquete de turismo aventura. Y claro, el siempre problemático deseo sexual también se puede buscar en algún formato -afrodisíaco o químico- que prometa sentir algo con quien quizás ya no se quiere seguir compartiendo la cama.
La carne se transforma en el campo de las batallas ideológicas. Qué como o con quién intimo, comienzan a definir la identidad. Leí un artículo de un vegano muy atormentado que se preguntaba si era correcto o no tener sexo con un no vegano: dilemas éticos de los tiempos de la tiranía del cuerpo. Y esta tiranía no sólo opone a comunidades de goce contra otros, sino que también provoca guerras civiles, sufriendo uno mismo una esclavitud vestida de libertad. Me refiero a la consigna de gozar a como de lugar, empujándose a satisfacer los impulsos sin transar.
Si tal cometido se frustra viene la depresión. Y así, las quejas hoy oscilan entre esos estados, la taquicardia angustiosa de un cuerpo descontrolado que toma vida propia y aplasta al sujeto; y la del cuerpo que se retira de toda batalla y deja de sentir, esa es la depresión.
Preocupados porque sienten mucho o muy poco, se comienza a desdibujar la pregunta por cómo inventarse una vida más allá de esos impulsos. Cuando la adrenalina como moral sustituye a la pasión, se sigue el modelo químico: todo viene y termina en mí. Es una pornografía de la existencia.
La pasión en cambio es efecto de estar en el mundo: es la que viene en la locura de enamorarse, que es algo mucho más riesgoso que tirarse de un puente. O también de cuestionar las verdades que se acomoden a los que sentimos; tomarse el tiempo para pensar suele ser más arriesgado que repetir discursos que se enganchen con el impulso de sentirse bueno, pero lejos de la dificultad de tratar de serlo.
La carne se transforma en el campo de las batallas ideológicas. Qué como o con quién intimo, comienzan a definir la identidad.
El antídoto
Como dijo Cortázar en "El perseguidor", solemos pensar que lo difícil es la hazaña, como lo que hace el trapecista. Pero el desafío es salir de nosotros para convivir con otros. Que aunque duele, nos salva de enfermarnos de egoísmo y de la angustia de los impulsos que esclavizan.
Recibiré sus alegatos, dudas, tormentos y quejas a paisintimo@gmail.com.
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La meditación mejora el rendimiento y la creatividad
Un académico de Texas confirmó a través de un estudio que esta actividad espiritual potencia las funciones cerebrales.
Pamela De Vicenzi
La ciencia ha avalado los beneficios de la meditación para disminuir el estrés cotidiano y tener una mejor calidad de vida. Una nueva investigación de la Universidad Tecnológica de Texas (EE.UU.) asegura que esta actividad espiritual puede potenciar el rendimiento y la creatividad.
El académico Yi-Yuan Tang desarrolló un nuevo método para regular la cognición y la función inmune del organismo. El fin de esta técnica, según el investigador, es distanciarse de los pensamientos y emociones y ver la realidad de un modo profundo y diferente.
El método consiste en la integración mente-cuerpo (abreviado en inglés como IBMT) y contiene elementos vistos en otras disciplinas, tales como las imágenes mentales y la música relajante.
El autor del estudio puso a prueba sus hallazgos en un grupo de participantes que realizó esta meditación en cinco sesiones de 20 minutos. Los resultados mostraron que esta técnica, y en general todo tipo de meditación, proporciona un mejor rendimiento y una mayor capacidad para almacenar información en el cerebro.
Tang señaló que la meditación es útil en casos como trastornos mentales, estrés postraumático y adicciones.