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El hombre que apagó el fuego de los árboles plantados por su padre
Juvenal Ascencio es jefe de brigadistas de la Conaf, en la Región de Aysén. En el Divisadero, uno de los cerros quemados este verano, logró la hazaña. Ya han ocurrido 46 incendios forestales en el año.
El cerro Divisadero es el más próximo a Coyhaique, en la XI Región. El miércoles 20 de enero este cerro empezó a quemarse, a eso de las seis de la tarde. Rápidamente las llamas se expandieron por las altas temperaturas en la ciudad, que rondaron los 30°C. El humo llamó la atención y la preocupación de todo Coyhaique pues el Divisadero está muy próximo a la ciudad.
A combatir el fuego llegó Bomberos, el Ejército, y brigadistas de la Corporación Nacional Forestal (Conaf), entre los que se encontraba Juvenal Ascencio, el jefe de la Brigada Los Ñires 4, de Coyhaique, a quien le tocó dirigir el apagado del fuego de los árboles que había plantado su padre.
Incendios y aludes
En mayo del 1977 llovió tres días torrencialmente. Se registraron 136 mm de agua caída. Se formó un alud, el que llegó a las rodillas de las poblaciones aledañas al cerro.
A la Víctor Domingo Silva, donde vivía un Juvenal de 18 años, no llegó tanto barro, pero sí fue evacuado junto con su familia, quedando sólo su padre al cuidado del hogar. No era la primera tragedia por la naturaleza (y el ser humano). Incendios con posteriores aludes o lluvias que desbordaban torrentes ocurrieron el año 1930 y 1966. Y en el 77 se decidió tomar medidas para evitar más problemas venidos del cerro y de los torrentes. Para ello se decidió mover las corrientes de agua y forestar el Divisadero.
Entre los hombres que llenaron el lugar de pino oregón y silvestre, estaba René Ascencio -hoy de 80 años-, el padre de Juvenal. Su hijo cuenta que "la plantación se hizo con mucho esfuerzo, mucho sacrificio". Con "pilcheros" (caballos que llevan carga), se trasladaron las plantas, para que cuadrillas de 10 personas las plantaran. "Es una pena que este hermoso cerro plantado, hoy esté hecho cenizas", dijo Juvenal.
Como jefe de brigada, Juvenal dirige y controla la actividad en los incendios forestales de Coyhaique. Destacó el trabajo de los brigadistas que combatieron el fuego el pasado enero. Todos eran camada nueva. "Estuvieron pendientes del peligro, atentos a los cambios del viento. Trabajaron con calma, no así como sucede en otras oportunidades que tengo que retirar a los brigadistas porque los veo desesperados", dijo. Se logró controlar todo el perímetro del montículo, que comprende unas 115 hectáreas.
Fin a la vida silvestre
Entre el 20 y el 30 de enero, el fuego acabó con la vida del Divisadero, hogar de flora y fauna. "Hoy hay puro roquerío. Había pájaros, liebres, vacas de predios de la zona, pero que alcanzaron a salvarse." afirmó Ascencio hijo. "La fauna en general alcanza a salvarse porque se traslada a terrenos silvestres aledaños", explica Nelson Vera, ex funcionario de la Conaf.
El Divisadero es hogar de pumas, guanacos, zorros, hüiñas, gatos monteses, y especies de ratones silvestres.
Vera explica que entre 1968 y 1970 se iniciaron faenas para reparar el cerro y para ello se reforestó por etapas. "Los trabajadores subían a pie con bolsas de plantas al hombro. Fue una verdadera odisea en esa época", aseguró. El profesional relató que se añadieron especies de pino contorta, pino ponderosa, alisos negros y blancos, pisea y alerce europeo, los que habrían sido consumidos por completo el pasado enero.
Vera, como ex funcionario que estuvo 42 años trabajando para la Conaf, explicó el posible origen del incendio: "Hay dos posibilidades; o fue una fogata o fue una botella abandonada. En el cerro confluye mucha gente, sobre todo la juventud que hace excursiones, senderismo. Y acá se estila mucho comer comida caliente y para ello se prenden pequeñas fogatas. La otra opción es que se haya dejado una botella tirada, la que hace efecto lupa. No me cabe duda que el incendio ocurrió por consecuencia de acciones humanas".