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El drama del chileno "extranjero" en Chile
Ricardo Bolvaran tenía un año cuando su familia fue exiliada en 1974. Se radicó en Australia, donde hizo su vida y formó familia. Pero allá también enfrentó problemas con la justicia. Hace dos meses fue deportado y hoy está solo en el país. Por primera vez cuenta su historia a un medio local.
Santiago amanece con ritmo frenético. Desde temprano los autos se atascan en las avenidas de la ciudad y los bocinazos neurotizan un poco más a la gente que avanza rauda hacia sus respectivos destinos. Es la rutinaria vorágine de la capital de Chile.
Pero en medio del gentío que transita por Vicuña Mackenna, a la altura de Metro Ñuble, un hombre moreno y robusto camina a paso cansino. Pareciera que nadie más lo ve pasar. Él no se apura porque no va a ningún lugar, confesará después. Por ahora, sólo quiere matar el tiempo.
Su nombre es Ricardo Bolvaran. Viste pantalón corto y una polera. En su espalda lleva a cuestas una mochila con una muda de ropa. Le cuesta sonreír, aunque saluda amable. Tiene 42 años. Su aspecto y pasaporte confirman que es chileno, aunque él casi no habla español porque los últimos 41 años de su vida los vivió en la ciudad de Brisbane en Australia. Allá llegó en 1974, exiliado junto a sus padres, una hermana y su abuela. Él tenía sólo un año. Allá creció, allá se educó, se enamoró y tuvo tres hijos. Pero allá también, se metió en problemas que acabaron con su deportación hacia Chile, dos meses atrás.
Una vida difícil
"Mi infancia no fue fácil en Australia. En el colegio tuve muchos problemas por mi color de piel. Me discriminaban, me ponían apodos. No fue fácil, pero cuando crecí, eso ya no me importó", comienza a relatar Bolvaran, sentado en un escaño de una placita de Ñuñoa. Su adolescencia tampoco fue mejor. Ricardo empezó a tener problemas. "Yo reconozco que no fui un ángel. Me transformé en un problema para mi familia. Eso me alejó de ellos", se lamenta.
Efectivamente, Ricardo tiene antecedentes penales en Australia, algo que a él no lo enorgullece. "Me da vergüenza", reconoce. Bolvaran aceptó los cargos de los delitos cometidos en 2012 y 2013: posesión de drogas y receptación. En julio de este año, quedó en prisión. Era lo que él suponía justo. Pagar por lo que hizo. Pero el 31 de agosto, el Departamento de Inmigración y Protección de Fronteras de Australia le envió una notificación, mientras estaba cumpliendo condena en el Centro Correccional de Brisbane: le informaron que su visa de residencia permanente había sido cancelada en virtud de la nueva Ley de Migración.
¿Australiano o chileno?
Apenas se enteró de la notificación, Rachel Delucia, ciudadana australiana y pareja de Ricardo durante los últimos 24 años, intentó explicarle a las autoridades que él era esencialmente australiano y que la deportación sería una injusticia. "Va a ser un extranjero en su propio país porque él no habla mucho de la lengua y no tiene familia allá en absoluto", dijo Delucia el 23 de septiembre al periodista Cameron Atfield del diario Brisbane Times, que ha seguido el caso desde el inicio.
Deportación
Después de algunas discusiones judiciales, la deportación de Ricardo Bolvaran se hizo efectiva el pasado 11 de noviembre. "Me dieron un ticket sólo de ida a Chile y 400 dólares. Acá llegué sin saber nada ni conocer a nadie", explica Ricardo. Lo primero que intentó hacer, fue pedir ayuda a una tía lejana que vive en Santiago. "La llamé, intenté explicarle lo que pasaba pero me dijo que estaba ocupada. Me cortó el teléfono", detalla.
Ricardo ¿Cómo te has sentido tras la deportación?
Muy triste. Yo pensaba que era australiano. Me sentía australiano aunque nunca tuve la necesidad de pedir la nacionalidad australiana. Tengo sangre chilena y me enorgullezco de eso. Mi papá es colocolino. Pero todo lo que he vivido está vinculado a Australia. Y pensaba que la visa de residencia permanente , significaba realmente eso. Residencia permanente, no otra cosa. Acá me siento un extraño. No hablo español y me cuesta mucho entender a los chilenos, especialmente sus modismos. Cuando salgo a la calle me pierdo, ando desorientado acá. Lo más difícil es estar lejos de mi familia. Los extraño mucho. Me da mucha pena todo esto.
¿Dónde te estás quedando?
Arriendo una pieza muy barata en Ñuñoa. No es un lugar muy cómodo pero es lo único que puedo costear. No tengo agua caliente ni Internet.
¿Cómo es tu rutina en Chile?
Salgo a caminar. A matar el tiempo. Con un resto de plata que me queda me metí al gimnasio. Me he sentido muy deprimido y hacer deportes me ayuda a pasar el día. Ahora quiero buscar un trabajo para poder solventar mi vida en Chile, pero como no hablo español se hace difícil. Mi familia me ha enviado algo de dinero y la comunidad de chilenos en Australia se estaba organizando para apoyarme.
¿Qué esperas ahora?
Lo principal es ver a mi familia. Quisiera traerlos hasta que pueda volver pero es muy caro. Por ahora, no me queda más que seguir esperando.
Ricardo ahora se despide. Agradece la conversación y se pierde otra vez en las calles de Santiago.