Son ellos. Los Patrimonios de la Humanidad de Chile. Son siete. Son más que centenarios y están plantados sobre nuestro terruño. ¿Los conoce? ¿Valdrá la pena hacerlo? ¿Por qué habrán sido declarados como tales por la Unesco? Por último, ¿qué tienen que ver estos lugares con nuestra historia cotidiana y, más todavía, con nuestro bienestar subjetivo?

Estas líneas buscan responder estas interrogantes, aparentemente superfluas y quizás -para algunos- hasta innecesarias o inconducentes. No faltarán los que crean que estos son cosas del pasado y que hoy más que nunca Chile debe hacerse cargo de su presente y encauzar su futuro. Todo ello puede ser cierto pero, cuidado, ¿acaso no recuerdan a ese maravilloso personaje de Antoine de Saint Exupéry llamado Principito que, sin parafernalia alguna, nos enseñó que lo esencial es invisible a los ojos?

El origen de la palabra patrimonio deriva del latín patrimonium: patri (padre) y onium (recibido). Este era un término usado por los antiguos romanos para los bienes que heredan los hijos de sus padres. Es decir, estamos ante una herencia, un legado. Aun en medio del ajetreo contemporáneo, no olvidemos que los Patrimonios de la Humanidad (y los Monumentos Nacionales también) forman parte de nuestro imaginario colectivo, son nuestros, constituyen nuestra identidad y, como tales, conocerlos, reconocerlos y gozarlos es, de alguna forma, adentrarnos en nosotros mismos. Y ello, ¡vaya que nos hace falta!

Partamos por nombrarlos: el Parque Nacional de Rapa Nui con esos enigmáticos seres gigantes de piedra; las Oficinas Salitreras Santa Laura y Humberstone, donde aún late el trabajo y el sudor de cientos de pampinos en pleno auge salitrero; el Barrio Histórico de la Ciudad Portuaria de Valparaíso, que fue algo así como nuestra gran puerta al mundo; el Campamento Minero de Sewell, enclavado a 2,200 metros sobre el nivel del mar; las 16 Iglesias del Archipiélago de Chiloé, que nos recuerdan la bella y audaz acción misionera de jesuitas y franciscanos; los tramos del Camino del Inca o Qhapaq Ñam, construido por los que habitaron estos lares antes de la llegada del español y, finamente, nuestro primer patrimonio de la Humanidad Inmaterial, Los Bailes Chinos de Chile.

La guía metodológica "Ojo con los Patrimonios de la Humanidad de Chile", de Fundación Futuro (patrocinada por la Unesco), busca poner sobre la mesa y dentro de los corazones estos lugares y todos lo que ellos atesoran y, más relevante todavía, lo que cada uno de ellos habla hoy ¡a gritos! de cómo se "armó" Chile. Ojalá no quede ningún profesor del siglo XX que se quede sin conversar de estos temas tan nuestros, contingentes y necesarios, con sus alumnos del siglo XXI.

La encuentra en www.fundacionfuturo.cl.

Rodolfo Bermedo. A los 10 años vivía en la casa de su abuela. Se escuchaban tangos, boleros y música en inglés como Frank Sinatra, Dean Martin y Elvis Presley: "Por supuesto el que más llamó mi atención fue Elvis, por su voz y su estilo, marcaba una diferencia en la música de los años 50"s, por algo se convirtió en el rey".

El 2002 comenzó a imitarlo junto con otros amigos que lo hacían desde antes: "Al principio era un hobby, pero tímidamente me fui puliendo hasta hacerlo algo más serio. Para ser un profesional falta mucho todavía, siempre hay cosas nuevas para aprender". Participó en el fan club de Elvis Chile: "Me ayudó bastante para ser un buen tributador y todavía conservo el carnet del club".

En el año 2011 participó en el programa "Mi Nombre Es": "Tuve que hacer filas largas y esperar, pero fue una experiencia única, genial a nivel personal y artístico. Pasé los castings y salí en el capítulo. Me ayudó a saber si estaba preparado para hacerlo, y salió todo bien, aunque no quedé en la segunda ronda".

Trabaja como administrativo en una empresa que presta servicios a bancos. En su tiempo libre prepara la pauta con los temas a cantar y ensaya los movimientos de Elvis. De vez en cuando hace show en algún local.

Imita al Elvis de los 50"s y 60"s, que es el que más le gusta y con el que se siente identificado, pero si el público pide temas de los 70"s también los canta. Uno de sus sueños es conocer Graceland, el hogar de Elvis en Memphis: "También casarme con la mujer que amo, tener hijos y conservar mi trabajo".

La antigua tragedia griega no es nada en comparación a los horrorosos dramas que vivimos en la época contemporánea. Ayer me pasó algo terrible: se me quedó el celular en la casa. Estuve todo el día vuelta loca. Inconscientemente me metía la mano al bolsillo en busca del aparato cuando quería ver la hora, cuando estaba aburrida o quería evitar el contacto visual con alguien en la calle o el trabajo. Pero no. Nada podía hacer sin mi iPhone. Y no podía dejar de pensar en los importantes mensajes que iba a tener que esperar tantas horas para poder leer. Mi angustia fue tal, que pensé en ir a almorzar a mi casa, sin importar la lejanía de ésta con la oficina, de la cual salí corriendo a las 6 de la tarde.

No es novedad que los meteorólogos se pasan equivocando. Ellos ya son como caricaturas y, sus vaticinios, el cuento de "Pedrito y el lobo". Hasta yo le achunto más al clima. Me pregunto por qué los medios siguen dándoles tanto espacio, pero ese no es el tema. La verdad es que estoy consternado. Un día hay tormenta y al otro sol, luego hace mucho frío y el día después tenemos 25°C de temperatura. Andamos todos resfriados, congelados o acalorados. Eso no está bien. Es obvio que algo está pasando. Sí, el calentamiento global, que le dicen, es verdad. Aunque yo creo que hay algo más, algo que las autoridades nos están ocultando. Algo está pasando con nuestra Tierra.

"Me encanta enterarme en la mañana de lo que ha pasado", dice Inés Palomino (53). Es por eso que cuando el repartidor le entrega su hoyxhoy se pone muy contenta. "Aparte, es gratis", destaca. ¿Qué mejor?

El terrible pero también encantador abandono de la vieja Maestranza de la comuna de San Bernardo.