• No todos los patitos feos serán cisnes

    Las historias de triunfo como la de la joven Molly Bair nos fascinan. A la chica la molestaban en el colegio por sus particulares facciones, llamándola "cara de rata", hasta que un cazatalentos la descubrió y la transformó en supermodelo.

    Será por una especie de resabio de la fantasía de Cenicienta, que escuchamos seguido relatos de famosos -generalmente mujeres- que nos cuentan como en su infancia eran consideradas alejaditas de la mano de Dios, hasta que de pronto, como a las orugas, les aparecieron alas de mariposa.

    Tal como la moral tras los cuentos de princesas clásicos, donde la niña de mocos colgando se transforma en reina, gracias al amor del príncipe. En la narración de estas estrellas, aparece la varita mágica de alguna agencia que ve en ellas todo ese esplendor que el vulgo no supo apreciar.

    ¿Será que esta ficción habita en muchos de nosotros de manera inconsciente? Lo digo no solo por aquellos que de manera manifiesta esperan ser descubiertos por alguien que capitalice esos talentos, que sólo uno sabe que tiene. Sino por que en la lógica del amor, eso de enamorarse de repente de alguien a quien prácticamente no conozco, muchas veces está hecho del entusiasmo que nos produce el repentino interés de otro sobre nosotros. Antes que ver lo que nos agrada del otro, como que nos encandila más como éste nos ve; en otras palabras a veces no sabemos si deseamos a alguien, pero amamos como nos desean.

    Está fascinación con la idea de ser descubiertos, podría ser también la responsable del simulacro de baja autoestima. Y digo simulacro, porque quien genuinamente padece de falta de amor propio -en un estado melancólico, por ejemplo- no le da ni para quejarse, ya que la falta de sentido implica ceder todo interés por uno mismo. Pero la queja común respecto de la falta de este fetiche del alma, suele ser más bien un reclamo de la estima que suponemos merecemos. Así, cuántas veces nos quejamos de que no tenemos tal o cual cosa, belleza o destreza. Sosteniendo dicho malestar en la idea de que nuestro ego merece algo más, ciertas cualidades que requerimos para ser felices. Algo así como que la idea de nosotros mismos no coincide con lo que la vida nos retorna como imagen. Y esto no pocas veces transcurre con mucho dolor.

    Y como sabemos de esa dolencia, muchas veces por compasión, entre nosotros nos levantamos el ánimo afirmándole al que se queja, de que en realidad sí posee tal cualidad de la cual se siente carente o que ya llegará alguien que sí pueda ver ese gran valor que otros han pasado por alto.

    Sin embargo, sabemos que no es cierto. No todos los patitos feos serán cisnes. ¿Es eso una desgracia? Claro que lo es, cuando sostenemos la idea de que hay que ser o muy bello, o muy talentoso o muy algo para tener un lugar en el mundo. Y es ahí cuando alimentamos las distintas carnicerías, estéticas o de alguna moral fálica, cuyos dientes luego nos caen encima.

    El esfuerzo de integración compasiva cae en el mismo problema, porque en el fondo cuando decimos las chicas con sobrepeso también pueden ser modelos, ¿no estamos alimentando la misma moral que luego padecemos? Esa de que todos debiéramos ser "modelos" y bellos de alguna u otra forma. Es sostener en este caso, una idea del lugar que debiera tener el cuerpo de la mujer en el mundo; que por cierto es exigente y problemática.

    La moral del patito feo -esa de que la vida no empieza hasta ser un bello cisne- no hace más que exaltar esas pirámides de clasificación humana que excluyen y mortifican. Por el contrario, moverse más allá de esas definiciones, libera. Se debe comprender que el intento por ser un humano alfa -desde las definiciones externas- lejos de ser el camino a la felicidad, es esclavitud.

  • Cazador de "monstruos" de río visitó Chile y reveló sus secretos

    Jeremy Wade, el pescador extremo que busca las criaturas acuáticas más temibles, señaló sentirse representado por estos depredadores y recomendó viajar sin dinero.

    Cuando aún no debutaba su séptima entrega, Discovery ya había renovado al programa "Monstruos de Río" para una octava temporada. El programa, que tiene al biólogo y pescador Jeremy Wade como protagonista, es el más exitoso de la cadena televisiva. Sobre esto y otros temas, el cazador de monstruos conversó con hoyxhoy en su paso por Chile.

    Wade aclaró que sí hay criaturas que no ha atrapado aunque confesó estar "llegando a un punto en el que ya llegaste al fondo de la lista y se vuelve más difícil encontrar nuevos desafíos".

    Aunque la flamante temporada lo lleva a aguas más saladas, él prefiere los ríos: "No es un área tan rica. Es raro porque el agua dulce representa un 0.01% del agua mundial y tienes el doble de diversidad de peces que el mar".

    Sobre su éxito, a diferencia de muchos programas que se extienden a más no poder, Wade preferiría retirarse antes.

    Sin dinero

    En charla con hoyxhoy, Wade se dio el tiempo de dar una recomendación principal: viajar sin dinero. "Te obliga a establecer comunicación con la gente. Apenas una situación comienza a ponerse incómoda una tarjeta de crédito te puede ayudar, pero no es tan enriquecedor como sobrevivir de tu ingenio", comentó.

    El cazador extremo además reveló que le gustaría pescar en Chile pero cuando esté retirado, ya que no hay monstruos acuáticos. "Las truchas, por lo que sé, no comen gente", bromeó.

    ¿Qué es lo que te fascina de estos peces voraces?

    Me gusta enfrentarme a criaturas que amenazan mi posición en la cadena alimenticia, jajaja.

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