Hay al menos dos orígenes de las agresividades, esas que provienen del resentimiento en quien ha sido maltratado; y sigue rompiéndose a sí mismo. Y las otras que, por el contario, salen de quien fue en exceso criado en el narcisismo y siente que puede seguir siendo ese niño omnipotente en el mundo.

La final de la Copa América se disputó entre esos dos niños, uno que desesperanzado aguarda una y otra vez confirmar que es un fracaso; y otro que se come las uñas frente al riesgo de que no se le aparezca algo distinto al triunfo, dimensión en la que no es capaz de reconocerse.

Y así fueron los días previos al certamen para el niño de este lado de la cordillera, con humor no poco negro, nos dábamos por perdedores. Dada nuestra historia de auto maltrato -quizás que al igual que el chico autodestructivo - fuimos en el origen demasiado mal dichos, luego haciéndonos cargo nosotros mismos de perpetuar la

mal-dición.

Hicimos nuestras apuestas en la oficina y en el barrio con desasosiego, aunque inclinándonos por Chile, más por moral que por una ilusión. Incluso quienes están lejos de la euforia futbolera, sintieron inevitablemente en cierto momento ese suspiro de la nostalgia de lo que no fue: un "nunca ganamos", "somos un país penca". Y junto a la pena se nos aparece la rabia, esa de ver a nuestros vecinos trasandinos con esa sonrisa exagerada de Pepe Cortisona, ese a quien Condorito llamaba "jetón", o "saco de plomo", ese que padecía de una seguridad insolente.

Pero ayer el "plop" del final del cómic se lo llevó el ganador de siempre, y nosotros dijimos: por fin un cariñito a nuestro ego herido. Por fin un título más que merecido.

Un triunfo bello, porque no es el de Pepe Cortisona, sino que es el de Condorito. Es decir, no tiene que ver con esa moral de campeón fálico, que sólo sabe ganar en contra del otro. El de ese nacionalismo que deja demasiados heridos en el camino.

No fue un triunfo que confirmara un ego alto, porque no nos hemos construido así como pueblo. Y que probablemente tampoco es lo que necesitamos, por que cuando nos creímos el Jaguar de Latinoamérica, ocultamos muchas fracturas que aún faltaban por zurcir.

Todo lo contrario. Fue la posibilidad de que por un momento todos esos retazos de un pueblo que cuesta que se identifique en un nombre -más allá de compartir un territorio -por un instante sintiera la alegría de existir juntos.

Como dijo el filósofo chileno Rodrigo Karmy respecto de este triunfo, para algunos se tratará de la versión "facha" que supone que tenemos que seguir así: winners, nacionalistas. Mientras que para alguna izquierda será el opio momentáneo que nos hará olvidar la emergencia ambiental de la batalla política de estos días. Pero ambas interpretaciones son inútiles.

Para futboleros o no, es un día más bien de recordar que Chile necesita ganar. Hacer de esta tierra tan maltratada un lugar digno para vivir. Darnos un respiro. Como el día de ayer, en que por fin tuvimos sólo una alerta ambiental -que estos días no es poco decir- pero la verdad es que construir desde la alerta es bastante más prometedor que desde la emergencia.

Con la derrota del sábado frente a Chile en la final copera, Argentina completó la sequía más larga de su historia sin cosechar títulos. Ya son 22 años que llevan los trasandinos sin gritar campeón a nivel de selecciones y seis las finales en que la copa se vio, pero no se tocó. El penal de Alexis sumó otra caída a la lista que ya incluía dos Copas América, un Mundial, una Copa Confederaciones y la Copa Rey Fahd en 1995. El último título fue en Ecuador 1993.

Incertidumbre generó la ausencia de Juan Ángel Napout durante toda la Copa América. Luego del escándalo de corrupción en la FIFA, que tuvo repercusiones en la Conmebol, el presidente de la Confederación Sudamericana no se había mostrado en público. Sin embargo, Napout apareció para la final y apagó las dudas sobre quién daría el premio a los chilenos: fue él mismo quien entregó la Copa durante la ceremonia de premiación.

Una vez terminado el encuentro, la selección argentina emprendió camino directamente hacia el aeropuerto para cruzar la cordillera esa misma noche. El vuelo, que estaba pactado a las 23:00 horas, se atrasó hasta la una de la madrugada. Los subcampeones de América arribaron al Aeropuerto de Ezeiza en silencio y con baja convocatoria de hinchas: unos 50. Distinto a Brasil 2014, cuando fueron recibidos como héroes.

Luego del histórico triunfo chileno las redes sociales hicieron sentir el cariño con que los hinchas recuerdan al "Loco" y el hashtag #GraciasBielsa acabó como trending topic en Twitter. Los mensajes adjudican al ex DT de la Roja el haber iniciado en 2007 el proceso que culminó el sábado por la noche. Los twiteros tampoco se olvidaron de José Sulantay por su tercer lugar en el Mundial Sub 20 de Canadá de 2007.